El tráfico ilegal de especies, sus pieles o derivados, constituye un flagelo para la biodiversidad colombiana y mundial, que afecta seriamente a cientos de especies de nuestro patrimonio natural. El número de animales y plantas decomisados por las autoridades ambientales es muy inferior al número de individuos con los que se trafica.
Para concienciar a la sociedad sobre este grave problema, la Fundación Palmarito, en alianza con GHL Hoteles, la Fundación Omacha y Parques Naturales Nacionales de Colombia puso en marcha la campaña Yáhui. Esta es la historia de Sara.
En agosto de 2008, gracias a las denuncias de la comunidad, fue incautada una cachorra de jaguar o tigre americano (Panthera onca) en un hotel de Puerto Carreño, capital del departamento de Vichada y ubicada en la frontera con Venezuela.
La historia de este felino, que fue bautizado como Sara, comenzó cuando un grupo de cazadores asesinaros a su madre y hermano para obtener sus pieles. Por el contrario Sara fue vendida a este hotel que la explotaba exhibiéndola como atractivo turístico.
Tras dos meses de cautiverio, la comunidad denunció el hecho y Corporinoquía incautó a Sara para entregarla a la Fundación Omacha, la cual se alió con la Fundación Palmarito y con otras ONG y entidades gubernamentales del sector ambiental de Colombia, que reconocen el tráfico y la tenencia ilegal de fauna silvestre como uno de los principales flagelos de nuestro patrimonio natural. De este modo Sara se convirtió en el símbolo de la campaña Yahuí, Travesía a la libertad, en contra el tráfico ilegal de la flora y fauna de Colombia.
Sara fue reubicada en la reserva natural Bojonawi y allí inició su proceso de rehabilitación. Al año siguiente, el 10 de noviembre de 2009, después de haber finalizado su rehabilitación, fue trasladada al Parque Natural Nacional El Tuparro, sitio al cual estaba destinada para ser liberada desde el comienzo de este proyecto. Como resultado se generó un protocolo de reintroducción de jaguares cautivos.
El emisor satelital que Sara llevaba en su collar indicó que Sara permanecía en un sitio fijo, sin desplazarse, por lo que un equipo de búsqueda inició labores para verificar su estado de salud. El 28 de enero fue hallada muerta, víctima de cazadores furtivos.
La historia y el trágico desenlace de Sara constituyen un ejemplo de los efectos perversos de la caza ilegal y el tráfico de especies.